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04/01/2024
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“No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. 4 Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás..” (Filipenses 2:3-4 NVI).
La actitud o el sentir de Cristo que hubo en Cristo no es más que la demostración de tener cuidado por los intereses de las demás personas: “no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás”.
La palabra «intereses» es algo muy amplio. Algo así como: «no buscando cada uno sus propias ganancias financieras, o su propia propiedad, o su propia familia, o su propia salud, o su propia reputación, o su propia educación, o su propio éxito, o su propia felicidad, no solo piensen en eso, no solo tengan deseos en ese sentido, no solo planifiquen en ese sentido, no solo busquen eso; busquen la ganancia financiera, y la propiedad, y familia, y la salud, y la reputación, y la educación, y el éxito, y la felicidad de otros».
En otras palabras, el verso es una forma de expresar las palabras de Jesús: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Es decir, hagan que otros sean el centro de su interés, planificación, y trabajo. Encuentren gozo en dar gozo a otros.
Por poner un ejemplo: Si está mirando televisión y su hijo dice: “¿jugarías conmigo?”. No piense en cuán cansado(a) está. Por medio de una voluntad apasionada con el evangelio y que exalta a Cristo, ponga el interés del niño antes del placer de su descanso.
El dar importancia a los demás
Uno de los secretos de este modo de vida radical está en la segunda mitad del verso 3: “Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo”. La versión de la Reina Valera lo expresa de esta manera: “estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”.
La idea no radica en lo que los otros son. La idea está en es estimar como. El enfoque no está en cómo ellos hacen o se desarrollan en alguna o algunas habilidades o cualidades. La idea es: ¿Los estimarás como dignos de tu ayuda y ánimo? ¿No son dignos? ¿Pero los estimarás como dignos? ¿Les servirías no solo buscando tus intereses sino los intereses de ellos también? ¿Los animarías y tomarías el tiempo para ayudarles y fortalecerles? ¿Estarías dispuesto a quitar cualquier obstáculo del camino y mostrar interés por los demás?
La Cruz: La fuente de la humildad
¿De dónde proviene el compromiso orientado hacia otros? Veamos el verso 3: “con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo”. Este compromiso por los demás proviene de LA HUMILDAD. Literalmente: Modestia.
La humildad es el gran antónimo de la sensación de privilegio o derecho. La humildad es lo contrario a «estás en deuda conmigo, estás obligado conmigo». Pablo dijo: “Tengo obligación tanto para con los griegos como para con los bárbaros, para con los sabios como para con los ignorantes” (Romanos 1:14). En otras palabras, ellos no tenían una obligación con él. Él tenía una obligación con ellos.
¿Por qué? ¿Por qué los cristianos viven con una humilde sensación de que debemos un servicio a los demás, en lugar de que nos lo deban a nosotros? La respuesta es que Cristo nos amó y murió por nosotros y nos perdonó y nos aceptó y nos justificó y nos dio vida eternal y nos hizo herederos del mundo cuando en nada estaba obligado con nosotros.
Cristo nos trató como dignos de su servicio, cuando no éramos dignos de su servicio. No solo tuvo en cuenta sus propios intereses, sino los nuestros. Nos consideró mayores que a sí mismo, el mismo lo dijo: “¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No lo es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, entre vosotros yo soy como el que sirve” (Lucas 22:27).
De ahí proviene nuestra humildad. Nos sentimos sobrecogidos por la gracia de Dios: La gracia demostrada en la cruz, y la gracia entregada en cada momento por la promesa de nuestro eterno futuro. Hemos sido sorprendidos por la gracia de Dios. Hemos sido gratuitamente servidos, gratuitamente serviremos.
La iglesia de Cristo debería de ser conocida por este hermoso sentir: “no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás”. Este es el sentimiento que debiéramos tener al convivir. Es la atmósfera relacional donde Dios dará sabiduría para la difícil obra de vivir en este mundo en decadencia.
Ejemplos del Sentir de Jesús
Ahora vea rápidamente cuatro ejemplos de este modo de pensar. Solo podremos vislumbrarlo. Pero después puede, teniendo este versículo en mente, leer más lentamente este capítulo, y verá, en la manera en que cuatro veces lo ilustra, cuán importante es para el propósito de Pablo.
1. Jesús
El primer ejemplo está Jesús mismo (Filipenses 2:5-9):
“Haya, pues, en vosotros esta actitud [la actitud del verso 4] que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo [literalmente se vació de sí mismo] tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo [se deshizo de todos sus privilegios legítimos], haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.
Si alguna vez batalla con la humildad o la abnegación o el servicio hacia aquellos que son difíciles de amar, piense en esta imagen de Cristo. Esto es lo que él hizo por usted. Él es nuestro gran ejemplo: “no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás”. Esto es lo que hizo cuando vino a morir en nuestro lugar.
Para estar seguros, los versos de 9-11 muestran que Él [Jesucristo] fue gloriosamente recompensado por este servicio en que se despojó aun hasta la muerte: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11). Y también será cierto para nosotros: “Y cualquiera que se ensalce, será humillado, y cualquiera que se humille, será ensalzado” (Mateo 23:12).
2. Pablo
Nuestro segundo ejemplo es el mismo apóstol Pablo (Filipenses 2:17-18)”:
“Pero aunque yo sea derramado como libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me regocijo y comparto mi gozo con todos vosotros. Y también vosotros, os ruego, regocijaos de la misma manera, y compartid vuestro gozo conmigo”.
Pablo amaba a su iglesia. Amaba a todas las iglesias. Y cada día murió para servirles: “… cada día estoy en peligro de muerte” (1ª Corintios 15:31). Comparó su vida a una libación derramada en sacrificio por su fe. En otras palabras, él no solo se preocupaba por sus propios intereses; se preocupaba por la fe de ellos y estaba dispuesto a negarse una y otra vez, y a morir al final, para que fuera fuerte la fe de ellos.
3. Timoteo
Nuestro tercer ejemplo es Timoteo (Filipenses 2:19-22). Pablo hablando de Timoteo nos dice:
“Mas espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, a fin de que yo también sea alentado al saber de vuestra condición. Pues a nadie más tengo del mismo sentir mío y que esté sinceramente interesado en vuestro bienestar [literalmente: interés, cosas]. Porque todos buscan sus propios intereses [así es exactamente como habla en el versículo 4], no los de Cristo Jesús. Pero vosotros conocéis sus probados méritos, que sirvió conmigo en la propagación del evangelio como un hijo sirve a su padre”.
Oh cuán precioso es este tesoro: “El sentir de Cristo” (el preocuparse no solo por los intereses propios, sino por los intereses de otros), es tan precioso como para no ser apreciado en nuestra iglesia ROCA ETERNA. Este sentir debería de ser el común denominador que identifique a toda aquella iglesia que en verdad es de Cristo.
4. Epafrodito
Finalmente, veamos el ejemplo de Epafrodito (Filipenses 2:25-30):
“Pero creí necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano, colaborador y compañero de milicia, quien también es vuestro mensajero y servidor para mis necesidades; porque él os añoraba a todos vosotros, y estaba angustiado porque habíais oído que se había enfermado [vea cuán sorprendente le dominaba los intereses de ellos: no estaba angustiado por estar enfermo, ni estaba angustiado porque ellos no sabían que él estaba enfermo, como la mayoría de nosotros que queremos que los demás sepan si estamos enfermos; ¡él estaba angustiado porque ellos oyeron que él estaba enfermo! ¿Estarían demasiado preocupados? ¿Temerían que muriera? En su corazón estaban los intereses de ellos]. Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, y no sólo de él, sino también de mí, para que yo no tuviera tristeza sobre tristeza. […] Recibidlo, pues, en el Señor con todo gozo, y tened en alta estima a los que son como él; porque estuvo al borde de la muerte por la obra de Cristo, arriesgando su vida para completar lo que faltaba en vuestro servicio hacia mí”.
La belleza de ver por los intereses de los demás
Fue hermoso cuando Cristo puso nuestros intereses por encima de sus propias comodidades terrenales y murió por nosotros.
Fue hermoso cuando Pablo sufrió cada día para plantar iglesias que nos trajeran el evangelio.
Fue hermoso cuando Timoteo sirvió junto a Pablo, poniendo en primer lugar los intereses de otros.
Fue hermoso cuando Epafrodito arriesgó su vida para completar el servicio de los Filipenses a Pablo.
Será igual de hermoso en nuestras prioridades personales y relacionales familias cuando Dios haga que Su reino crezca entre nosotros donde este tan vivo el sentir de Cristo.
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