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02/19/2025
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La Ayuda del Espíritu Santo - 2
El Espíritu Santo nos enseña a confesarnos
¿Alguna vez ha sentido que ora como contra un muro y que sus oraciones no pueden traspasar el techo para llegar a Dios? El Espíritu Santo quiere ayudarnos a quitar cualquier cosa que estorbe a nuestras oraciones. Se a dado cuenta de las reacciones de un niño cuando se encuentra desobedeciendo a su padre. ¿Se alegra al ver a su padre? O ¿Sale corriendo a encontrarlo o se esconde de él? Si él necesita la ayuda de su padre, su culpabilidad puede de ser una barrera para que el corra a él en búsqueda de su asistencia. Él necesita confesar lo que ha hecho, pedirle a su padre que lo perdone, y dejar de desobedecer. Cuando él hace esto, se vuelve a sentir seguro del amor de su padre y tiene la confianza para pedirle su ayuda. Lo mismo sucede entre Dios y nosotros.
Sin embargo, con frecuencia nos cegamos y no vemos nuestras propias faltas. De modo que el Espíritu Santo nos ayuda mostrándonoslas. Él nos muestra cuán terrible es el pecado, y nos ayuda a confesarle a Dios nuestros pecados.
Si hemos ofendido a otros, Él nos lleva a que también les pidamos perdón a ellos, y nos ayuda a hacer lo que podamos para remediar las cosas.
Durante meses los misioneros presbiterianos y metodistas se habían reunido a diario para orar por un avivamiento. Finalmente llegó un gran avivamiento que continuó por varios años y produjo iglesias fuertes y espirituales. Jonathan Goforth se convirtió en el principal misionero evangelista presbiteriano de principios del siglo XX en China y ayudó a establecer el evangelismo como un elemento importante en las misiones protestantes en China. Él escribió de algunos testimonios de tal avivamiento:
Todo comenzó en el pueblo de Ping Yang: Mientras dirigía el culto de la manera en que siempre lo hacía, muchos comenzaron a llorar y a confesar sus pecados. El Señor Swallen dijo que nunca había visto algo tan extraño, y anunció un himno, esperando detener la ola de emoción que se extendía entre los concurrentes. Lo intentó varias veces, pero fue en vano, y con temor reverencial se dio cuenta de que era OTRO el que dirigía esa reunión.
Después de esto, la iglesia madre de Ping Yang esperaba una bendición especial durante la semana de oración, pero parecía que sus oraciones no recibían respuesta. La última noche, todas las 1,500 personas que estaban presentes se sorprendieron cuando el Anciano Keel, el principal de la iglesia se puso en pie y dijo que Dios no podía bendecirlos debido al pecado de él. A petición de un amigo moribundo, él había accedido a administrar sus bienes. Pero al hacerlo se había apropiado de una gran suma de dinero. Después de confesar su pecado dijo: “Mañana por la mañana voy a devolverle el dinero a su viuda.” Instantáneamente se dieron cuenta de que las barreras habían caído y que había llegado el Santo Dios. Una convicción de pecado sacudió a los concurrentes. El culto comenzó el domingo a las siete de la noche, y terminó a las dos de la mañana del lunes. Durante todo ese tiempo docenas de personas permanecieron en pie llorando, esperando su turno para confesar. Valió la pena haber pasado varios meses en oración, pues cuando Dios el Espíritu Santo llegó, Él logró más en medio día que lo que todos nosotros los misioneros hubiéramos podido lograr en medio año. En menos de dos meses, se convirtieron más de dos mil.
A mediados de 1907 había 30,000 convertidos conectados con el centro de Ping Yang. Estaba claro que para 1910 el avivamiento todavía no había terminado, pues en octubre de ese año 4,000 fueron bautizados en una semana.
Lo que sucedió en Ping Yang ha sucedido una y otra vez alrededor del mundo en muchas iglesias diferentes durante el siglo veinte. Cuando los cristianos permiten que el Espíritu Santo escudriñe su alma, Él les revela las barreras que detienen el avivamiento.
Cuando los cristianos confiesan sus pecados y arreglan las cosas con Dios y con ellos mismos, Dios puede usarlos para su gloria. Llega el avivamiento. Las oraciones reciben respuesta. Las almas se salvan.
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convierten de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” (2 Crónicas 7:14).
“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:8–9).
“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos…Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío.” (Salmo 19:12, 14).
“Examíname, Oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mi camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno." (Salmo 139:23–24)”.
Familia de la fe, los invito a meditar en este devocional, y los invito a buscar de Dios la Palabra que Él tiene para cada uno de ustedes. También pueden compartir lo que el Señor les a ministrado en los comentarios de esta nota.
En amor, su servidor: Pastor Garduno.
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